Creo en
Dios, y respeto las creencias de todos… pero no las comparto.
Leo la
biblia, pero la creo manipulada hasta la sociedad por hombres y mujeres que de
divinos no han tenido mucho… y es que muchos de sus mensajes se me hacen más
bien meras ataduras que sujetan y retienen, y no palabras de dicha y libertad.
Lo que es lo
mismo, no la considero un libro sagrado. Para mí, en ella hay demasiadas
inconsistencias que no pueden de ninguna manera ser compatibles con la
inteligencia infinita del Creador en el que creo.
No creo en
aquello que no entiendo. La fe ciega no se hizo para mí.
Y no creo
necesitar de ningún libro para acercarme a Dios. Él ama la sencillez, y no
tiene nada que ver con las complicaciones innecesarias de los protocolos
litúrgicos.
No hay mejor
evangelio que la creación. Su palabra está escrita en los cielos estrellados y
en las tardes de tormenta, en el elefante imponente y en la insignificante
pulga, en el cisne y en la lagartija. Para creer basta con ver. Negar su
existencia es estar ciego…
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