sábado, 9 de noviembre de 2013

Milagros...



Milagros… no pido milagros. Para  mí vivir es un milagro y es un milagro mi siguiente respiración. Porque veo milagros donde quiera que pongo la mirada no pido nada, y en vez de eso confío y espero. Confío en su bondad infinita, en su inteligencia, en su amor… Y espero lo mejor para mí, aunque de momento no sea capaz de advertirlo.
La vida cambia cuando se empieza a pensar así. Cuando se comprende que cada uno de nosotros es ya de por si un milagro. Cuando deja de uno de pedir y se empieza a disfrutar de lo que se tiene. Cuando deja uno de buscar y se concentra uno en vivir… Cuando están de más las explicaciones y las teorías y la existencia se llena de divinas pequeñeces.
Vivir, eso es todo. Vivir cada día con sus afanes y sus problemas…  Vivir cada día con sus bellezas escondidas, con sus minúsculas alegrías, con sus insignificantes milagros.
No espero que llueva fuego del cielo, o que se separen los mares… Me basta con ver sonreír a un niño de ocho meses, volar una mariposa, mantener viva una esperanza...
Los milagros nos rodean. Abre bien los ojos y empieza a buscarlos, a descubrirlos… a agradecerlos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario